Lo imposible
Girona 2-1 Sporting
Segunda derrota en liga. Una gran primera parte dio paso a una segunda en la cual un despiste decidió el partido.
Los equipos que suelen ascender son equipos compactos y rocosos, que tienen como principal objetivo guardar como oro en paño cualquier ventaja obtenida en el marcador. Eso es fundamental, luego ya se verá cuantos puntos se obtienen una vez que el rival se adelanta en el partido. El Sporting no cumple este objetivo.
La semana pasada hablábamos de lo importante que era ganar cuando no lo mereces, huelga decir que es el doble de importante no perder cuando eres netamente superior al rival. Esto es lo que sucedió este domingo en tierras catalanas. El equipo rojiblanco fue muy superior a su oponente pero un despiste de toda su banda izquierda, acabo con una metedura de pata de nuestro lateral derecho. Colabora una nueva decisión rigurosa del trencilla de turno. Para nosotros el penalti es claro pero no así la expulsión. Las culpas recaerán sobre Lora, pero los principales culpables fueron Carmona y sobre todo Canella. El primero por no tener intensidad en un salto y el segundo por estar perdidisimo en esa jugada.
Este despiste fue solo uno más de los que tuvo el Sporting. La defensa comete fallos día tras día impropios de un equipo profesional. El domingo pasado al Jaén se les regalo cuatro ocasiones claras que solo fueron capaces de convertir en gol una de ellas y en Gerona no fue diferente. En el primer tiempo el Sporting creó continuas ocasiones en campo rival que el portero del Gerona evito una y otra vez., pero siempre salpicadas con el error de turno de nuestra zaga. En la segunda parte el Sporting dejo de ser superior, pero no se equivoquen en ningún momento fue inferior. Pero siendo una cosa u otra siempre tendremos los sempiternos errores en la zaga comandados por Mandi que es tan hábil en meterse en fregados como capacitado para salir de ellos y secundados por un Bernardo que tampoco es cojo a la hora de cometer errores de bulto. Claro ejemplo es el segundo gol, al cometer una falta inocente al borde del área a un rival que está de espaldas y prácticamente parado. Claro que esto no hubiera pasado a mayores si la barrera no se hubiera apartado en el postrero lanzamiento.
El pesimismo se apodera de la parroquia rojiblanca, en la ciudad se empieza a pensar que es imposible ganar un partido si no somos capaces de meter tres goles por partido.
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